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Tengo una imagen grabada en la memoria, es la de mi abuelo sentado en una mesa camilla con una gorra gris, una levita del mismo color y el periódico entre sus manos. Con esos periódicos conocí las primeras letras y las primeras palabras; recorté las noticias que mi abuelo destacaba y quería guardar en una caja de lata verde con letras doradas de algún dulce de membrillo, junto a unas tiras cómicas, que yo a veces no entendía, pero que siempre dibujaban una sonrisa en el gesto adusto de mi tía. Otra de las escenas más habituales en la casa donde crecí, se situaba en la cocina, junto a una radio de baquelita granate con una antena que se desplazaba al capricho de las ondas para reproducir novelas radiadas, música “a su gusto” y las noticias del parte, que nos acompañaban en las tardes de invierno junto a una chimenea, o en verano al fresco que se filtraba desde el patio. Pocas veces leemos ya un periódico en papel, ha caído rendido ante la prensa digital. La sociedad cambiante ha propiciado que valores como la inmediatez, la actualidad, el debate, la innovación o la creatividad hayan dado la vuelta a la prensa tradicional. Vivimos bajo el bombardeo incesante de datos. Las redes sociales nos conmueven, informan y nos llenan de imágenes retrasmitidas en directo. En este contexto nace Olontigital, una revista digital que pretende dar voz a los y las componentes de nuestra sociedad particular, la que se desarrolla y comparte en el entorno de nuestro Centro. Hay cosas a las que no quiero renunciar, por tradición, o por ese punto de romanticismo que aún conservo. Cada mañana escucho la radio y a través de ella despierto al mundo. Hoy junto a las detonaciones y el rugido de esa serpiente metálica que avanza hacia Kiev, había un sonido que se hacía eco en mi cabeza, el de las madres ucranianas que arrastran sus maletas seguidas de sus hijos alejándose del horror y la sinrazón. Ojalá mañana escuche sólo música, sólo paz.
Magdalena Romero
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